Violencia policial racista

La violencia policial racista es sistemática y debe ser visibilizada: Mecanismo de Expertxs Independientes ante la ONU

El documento retoma varios de los argumentos que caracterizan la lucha de ILEX Acción Jurídica.  El Mecanismo Internacional de Expertos Independientes para Promover la Justicia Racial y la Igualdad en la Aplicación de la Ley presentó este lunes 3 de octubre su primer informe ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas (ONU).   Después de analizar los entreverados del racismo sistemático en los contextos de la aplicación de la ley, incluida la violación de los derechos humanos internacionales, el reporte del Mecanismo de Expertos advierte que en algunos Estados aún existen inmensos desafíos para la recopilación, publicación, interpretación y uso de datos desglosados sobre los casos de violencia policial contra población afrodescendiente en estos territorios. “El perfilamiento  racial, el uso excesivo de la fuerza y otras violaciones de la ley internacional de derechos humanos durante y después de interactuar con agentes del orden y el sistema de justicia penal, continúan siendo reportados alrededor del mundo”, manifestó Yvonne Mokgoro, presidenta del Mecanismo de Expertos. Y agregó: “El tiempo para que los Estados traduzcan sus obligaciones y compromisos en acciones efectivas y progresivas en la lucha contra el racismo se ha agotado. Es esencial que el racismo sistemático sea visibilizado, incluyendo sus dimensiones estructurales e institucionales”.   (También puedes leer: Abuso policial y discriminación racial hacia afrodescendientes: estudio de caso en las localidades de Usme y Kennedy de Bogotá) En este sentido, no se puede avanzar en la lucha contra el racismo sin sistemas de recopilación de información que incluyan datos de autoidentificación y formas interseccionales de discriminación. Los reportes, asegura el documento,  deben complementarse con los datos de identificación de los agentes del orden involucrados en estos hechos, con el objetivo de poner de manifiesto el sesgo consciente o inconsciente de los uniformados.  El documento retoma varios de los argumentos presentados por ILEX Acción Jurídica y otras organizaciones aliadas ante el Comité de Expertos, al señalar que la ausencia de información estadística veraz y confiable sobre la población afrodescendiente es un elemento clave de la situación discriminación racial estructural que experimenta esta población en el mundo. También se recomienda a los Estados “adoptar métodos y herramientas eficaces para la recopilación de datos, a introducir salvaguardias de transparencia y supervisión; y a documentar los casos de discriminación racial asociados a la inteligencia artificial, junto con las sanciones y los recursos eficaces”. Desde ILEX Acción Jurídica reconocemos que si bien durante las últimas tres décadas se han hecho avances significativos respecto al reconocimiento de la diversidad étnico-racial en América Latina, la invisibilidad estadística sigue siendo un reto enorme para combatir del racismo y la discriminación racial, aún más en contextos de represión y abuso de poder por parte de los agentes del orden.  (Te recomendamos leer: Un año de impunidad: violencia policial racista durante el Paro Nacional 2021) De igual forma, reiteramos que debe existir una formación para los policías que contemple evitar la elaboración de perfiles y discriminación por motivos de raza, etnia, origen nacional, religión, edad, género, género identidad / expresión, orientación sexual, estado migratorio, discapacidad, estado de vivienda, ocupación o fluidez del idioma. Además, los protocolos que guían el accionar policial deben condenar expresamente los actos de discriminación por razones de pertenencia etnico-racial, género, orientación sexual o expresión de género diversas. Encuentra aquí el informe completo.  Aquí puedes descargarla cartilla: ¿Qué hacer en caso de abuso policial contra personas afrocolombianas?

¿Qué está pasando en el barrio San Francisco de Cartagena?

De acuerdo con la denuncia, los sujetos armados también realizaron detenciones arbitrarias, destruyeron inmuebles y amenazaron a las lideresas La comunidad del barrio San Francisco y organizaciones de derechos humanos en Cartagena denunciaron que fueron víctimas de acciones violentas y abusivas por parte de 12 miembros de los Grupos Operativos Especiales de Seguridad (GOES) de la Policía de la ciudad.  Los hechos se registraron el pasado 16 de septiembre y, según manifestó la comunidad, los hombres armados golpearon y trataron de forma violenta a tres mujeres durante un “falso operativo”, una de ellas menor de edad. De acuerdo con la denuncia, los sujetos armados también realizaron detenciones arbitrarias, destruyeron inmuebles y amenazaron a las lideresas de este territorio que ha sido criminalizado y militarizado desde el inicio de la pandemia por el Covid-19.  Desde ILEX Acción Jurídica reprochamos estas graves vulneraciones a los derechos humanos y nos sumamos al llamado de la comunidad para exigir a las autoridades una investigación exhaustiva sobre el caso y la protección especial de lideresas y líderes que trabajan en defensa de DDHH en la comunidad. Insistimos en la necesidad de la instalación de un Puesto de Mando Unificado Humanitario y No Militar, que responda a un plan de emergencia de la Gobernación de Bolívar y la Alcaldía de Cartagena para reducir los altos  niveles de violación de derechos humanos en la zona. Aquí puedes leer el comunicado completo:

Presentamos intervención ciudadana en demanda de inconstitucionalidad en contra de la Ley de Seguridad Ciudadana

Señalamos que el artículo 13 de la esta ley abre paso a la criminalización del ejercicio de los derechos fundamentales a la expresión, reunión, asociación y manifestación pública y pacífica. ILEX Acción Jurídica presentó una intervención ciudadana en la demanda de inconstitucionalidad en contra de los artículos 4, 7 (PARCIAL), 11, 13 (PARCIAL), 16.1, 25 y 48 de la Ley 2197 de 2022 mediante la cual “se dictan normas tendientes al fortalecimiento de la seguridad ciudadana y se dictan otras disposiciones”. En el escrito enviado a la Corte Constitucional apoyamos las solicitudes de La Comisión Colombiana de Juristas -CCJ-, Sisma Mujer y el Centro de Estudios Derecho, Justicia y Sociedad –Dejusticia-, demandantes en el proceso, con el objetivo de que se declare la inconstitucionalidad del artículo 13 (parcial) de Ley de Seguridad Ciudadana, considerando que su contenido y eventual  aplicación exacerba los riesgos de abuso policial en contra de personas afrodescendientes, contrariando el principio de igualdad y no discriminación, establecido en el artículo 13 de la Constitución Política.  De igual forma, señalamos que el artículo 13 de la esta ley abre paso a la criminalización del ejercicio de los derechos fundamentales a la expresión, reunión, asociación y manifestación  pública y pacífica que configuran el derecho complejo a la protesta social, pues pretende  controlar la ubicación estática, temporal o continua, de un colectivo de manifestantes en  lugares estratégicos.   En la intervención advertimos que la norma podría tener un impacto desproporcionado sobre poblaciones históricamente  discriminadas y violentadas. En consecuencia, proponemos una visión diferencial de las  reformas de la actividad policial, que se centre en la escucha de la sociedad  civil y sus advertencias frente a los impactos que esta tiene en las poblaciones en especiales  condiciones de vulnerabilidad, como la población afrodescendiente.  

La masacre de Melilla y las políticas fronterizas de la muerte

El tratamiento de los cuerpos negros en las fronteras evidencia la deshumanización arraigada en un sistema de racismo estructural. La masacre de al menos 23 ciudadanos africanos en la valla fronteriza de Melilla (España) el pasado 24 de junio de 2022, es otra dolorosa muestra de las políticas migratorias de la muerte que rigen los pasos fronterizos hacia el “primer mundo”.  Las cruentas  imágenes del hecho muestran a decenas de hombres africanos tendidos en el suelo, en condiciones inhumanas, después de ser asesinados por los agentes del orden cuando intentaban cruzar la valla fronteriza de Mellilla. De acuerdo con la Delegación del Gobierno de la Ciudad Autónoma, de las 2.000 personas que se acercaron ese día a las inmediaciones de España, 133, en su mayoría de origen sudanés y chadiano, consiguieron llegar y ahora se encuentran recluidos en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla. Otros inmigrantes fueron devueltos de forma violenta e ilegal, lo cual representa una clara vulneración a la legislación internacional de derechos humanos.  (Te recomendamos leer: ¿Cómo incluir el enfoque étnico y de género en la actuación de la Policía?) En una carta enviada a las Naciones Unidas, firmada por ILEX Acción Jurídica y otras 63 organizaciones de la sociedad civil, advertimos que las fuerzas del orden marroquíes, en colaboración con la Guardia Civil y la Policía Nacional, “violaron los principios básicos sobre el uso de la fuerza y ​​de armas de fuego de las Naciones Unidas, recurriendo a una violencia desproporcionada y letal, disparando balas de goma y bombas lacrimógenas, utilizando porras, pateando y golpeando, maltratando y golpeando a las decenas de víctimas heridas y desangradas en el suelo sobre cuerpos inanimados”. “Violaron los principios básicos sobre el uso de la fuerza y ​​de armas de fuego de las Naciones Unidas, recurriendo a una violencia desproporcionada y letal, disparando balas de goma y bombas lacrimógenas, utilizando porras, pateando y golpeando, maltratando y golpeando a las decenas de víctimas heridas y desangradas en el suelo sobre cuerpos inanimados”. El tratamiento de los cuerpos negros en las fronteras evidencia la deshumanización arraigada en un sistema de racismo estructural donde la supremacía blanca como ideología establece nuestro valor, nuestra humanidad. Las organizaciones denunciamos que “la forma en que se despojan de los derechos humanos básicos de determinados grupos raciales y étnicos se justifica bajo el “control” de la migración eludiendo las leyes antidiscriminatorias y el derecho internacional de los derechos humanos bajo la garantía de la seguridad en suelo europeo”.  Miembros del Mecanismo Internacional de Expertos Independientes (MIEI) de la ONU calificaron la masacre de Melilla como un hecho “gravemente preocupante” y recalcaron que “todo uso de la fuerza por parte de los funcionarios encargados de hacer cumplir la  ley debe guiarse por los principios de legalidad, precaución, necesidad,  proporcionalidad, rendición de cuentas y no discriminación”.  Los expertos solicitaron a los gobiernos de España y Marruecos información detallada  sobre el incidente y sobre parámetros internos en cuanto al uso de la fuerza y las medidas adoptadas para garantizar que  no se repita una situación similar en estas álgidas fronteras.  Más que preocupante, el panorama es aterrador. De acuerdo con estimaciones de la Organización Internacional para las Migraciones, desde el 2014 más de 34.000 migrantes han muerto en su travesía hacia los países del “Norte Global”, de ese total, casi 24.000 personas han muerto tratando de cruzar el Mediterráneo.  Las fronteras de la Unión Europea, Estados Unidos y otras naciones del “Norte Global” se han transformado en escenarios de barbarie, deshumanización, abuso de la fuerza, impunidad y criminalización, amparados y aplaudidos por gobernantes que implementan políticas de selección y exclusión de migrantes, en base a criterios jerárquicos de opresión y exterminio  como el origen, la nacionalidad, el género y la raza. En este entramado “necropolítico”, son estas categorías las que terminan por  definir la distancia entre la persona migrante y la bala. (Te recomendamos leer: De Minneapolis a Bogotá) Por ahora, el círculo de migración y despojo pareciera estar lejos de cerrarse. Adriana Estévez, ​​doctora en Derechos Humanos, considera que la migración masiva hacía estos destinos no es más que el  “resultado  residual  de  estrategias  deproducción  capitalista  que  los  necropoderes  utilizan  para  deshacerse  de  la  gente  que  habita  geografías  ricas  en  recursos  naturales  renovables  y  no  renovables mientras se benefician de tecnologías mortales como la violencia criminal y de pandillas, y la violencia sexual y de género, las cuales producen muerte  lucrativa  de  hombres  y  mujeres  diferenciadamente”.  Las fronteras de Europa y Estados Unidos son expresiones de un “necropoder” que deshumaniza, subyuga y distingue formas “válidas” de vida, de muerte y de muerte en vida.

La violencia policial contra las mujeres negras es un problema transnacional

Una mirada a esta problemática en Brasil, Estados Unidos, Colombia y Trinidad y Tobago En Colombia, Brasil, Estados Unidos y Trinidad y Tobado, las mujeres y niñas afrodescendientes que viven en comunidades racializadas y militarizadas, las madres, las personas que se identifican como LBTQI+, en particular las mujeres trans involucradas en el trabajo sexual, y las defensoras y líderesas comunitarias, experimentan cantidades desproporcionadas de alienación social y abandono y violencia patrocinada por el Estado que usualmente adopta la forma de brutalidad policial. Les presentamos los principales apartes un documento presentado por ILEX Acción Jurídica, Vigia Afro, la Sociedad Maranhense de Derechos Humanos (Brasil), CAISO: sex and gender justice (Trinidad y Tobago) y Women’s All Points Bulletin (EE. UU.) al Mecanismo Internacional de Expertos Independientes para Promover la Justicia Racial y la Igualdad en el Contexto de la Aplicación de la Ley, de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.  Estados Unidos -La policía en los Estados Unidos mata a casi 2.000 personas cada año. -La agresión sexual es el segundo delito más alto cometido por miembros de la Policía, siendo las mujeres más del 90% de las víctimas. (*Instituto CATO). -Las mujeres afrodescendientes también suelen ser víctimas de la violencia policial cuando caminan por las calles o quedan en medio de operativos policiales. -Se han reportado casos de mujeres afrodescendientes que han muerto después de no haber sido puestas bajo “custodia protectora”, incluso después de haber informado a la Policía que habían intentado suicidarse previamente o que sufrían trastorno de estrés postraumático.  Colombia –Los policías utilizan estereotipos racistas hacia las mujeres afrodescendientes, desatando actos de violencia verbal, sexual, física y psicológica relacionados con su identidad étnico-racial. -Muchas mujeres afrodescendientes son víctimas indirectas de los hechos violentos que impactan a sus familiares, ya que son sometidas a procesos de revictimización por una lucha incansable ante el sistema de justicia, situación que afecta su salud física y mental. Brasil -La policía entrenada en técnicas de contrainsurgencia dispara sus armas generalmente en comunidades residenciales donde la gente tiene sus casas, escuelas, tiendas y cafés. -Como resultado de la violencia policial en las favelas de Río, se ha registrado un aumento de los casos de muerte por suicidio, consumo excesivo de alcohol o drogas, cáncer o incluso enfermedades perfectamente tratables, denotando niveles de malestar psicológico casi característicos de una epidemia. -Las mujeres negras en Brasil están muriendo lentamente a causa de la violencia policial, particularmente después de perder a un hijo o a un padre en un asesinato policial. Trinidad y Tobago -Se han reportado casos de mujeres afrodescendientes que han sido asesinadas o víctimas de violencia policial durante protestas. -Las mujeres también han sido víctimas de violencia sexual a manos de policías. Las refugiadas y migrantes venezolanas han sido particularmente vulneradas debido al sentimiento xenófobo generalizado en el país.  -Organizaciones han denunciado negligencia policial durante investigaciones sobre denuncias de violencia doméstica. Otros informes detallan la falta de políticas, capacitación y procedimientos para guiar a los agentes de policía en la ejecución de la ley que obliga a todos los oficiales a investigar y tratar con seriedad todos las denuncias sobre violencia doméstica. La Policía abusa y mata constantemente a las mujeres, pero sus historias son invisibilizadas en toda la Diáspora. Es necesario que se investiguen a profundidad los casos de violencia policial contra mujeres en América, para arrojar luces sobre un problema que el mundo suele ignorar. 

‘Con esa cara hay que requisarla’: hablemos del racismo contra personas afro en supermercados 

Por causa de los prejuicios raciales, las personas que trabajan en tiendas o supermercados tienden a sospechar más de las personas afrodescendientes. Esta semana, la artista Cary Sol denunció haber sido víctima de un acto de discrminación racial en una tienda de la marca de ropa Bershka, en  Bogotá. La joven relató haber sido perfilada  y requisada sin motivo alguno por la vigilante del establecimiento, quien posteriormente la agredió con comentarios racistas.  La artista también denunció haber sido víctima de abuso policial por parte de los agentes que la esposaron y retuvieron injustamente tras salir de la tienda. No es  un caso fortuito. Por causa de los prejuicios raciales, las personas que trabajan en tiendas o supermercados tienden a sospechar más de las personas afrodescendientes y las persiguen injustamente con vigilancia y llamadas a la Policía, a pesar de que las estadísticas muestran que las personas que roban en tiendas provienen, por igual, de todas las razas*. De acuerdo con un estudio publicado en el Journal of Consumer Culture (2020), el 80% del total de personas afrodescendientes encuestadas en Estados Unidos afirmó haber experimentado actos de discrminación racial mientras compraba en alguna tienda.  Este sesgo “anti-afros”, además de ser un delito, impacta negativamente las experiencias de compras de las personas afrodescendientes, quienes a menudo perciben que son perfiladas según estereotipos raciales y sujetas a un mal servicio y trato inferior por su color de piel.  La investigación también señaló que hay dos estereotipos ligados a esta forma de perfilamiento racial. El primero es la asociación del crimen con la “negritud”. Las personas afrodescendientes suelen ser vistas como “ladrones potenciales” y señaladas como criminales.  El segundo es la asociación de la pobreza con la “negritud”. Se considera que las personas afrodescendientes son demasiado pobres y no cuentan con el poder adquisitivo suficiente para realizar una compra en un determinado local comercial.  También se han conocido casos de trabajadores de  supermercados, farmacias, boutiques y grandes almacenes que han establecido códigos  para alertar a los vendedores sobre el ingreso de personas afrodescendientes al establecimiento.  Continuamente,  las personas afrodescendientes están sujetas a prácticas de seguridad innecesarias como el registro de sus bolsos al salir de una tienda después de haber realizado una compra, mientras que los clientes blanco-mestizos no suelen ser  sometidos a registros similares.  Para tener en cuenta:  Actos de discriminación racial como los denunciados por Cary Sol  corresponden a conductas  delitivas sancionadas por el Código Penal colombiano con penas que varían entre los  12 y  36 meses de prisión.  Además, reiteramos a los miembros de la Policía que no pueden utilizar más fuerza de la estrictamente  necesaria para lograr la protección del orden público, ni incurrir en conductas discriminatorias o racistas en el ejercicio de sus funciones.

¿Cómo incluir el enfoque étnico y de género en la actuación de la Policía?

Las personas afrodescendientes, indígenas, las mujeres y la comunidad LGBTIQ+ merecen ser tratadxs como sujetxs de derechos por parte de la Policía, institución que debe evitar, a toda costa, cualquier acto de discriminación. A pesar de que actualmente la Policía imparte a sus integrantes varios programas de formación con un enfoque diferencial, étnico racial y de género, desde ILEX Acción Jurídica hacemos un llamado para que estos protocolos sean mantenidos y se exija el cumplimiento y seguimiento de su aplicación por parte de la Fuerza Pública. Teniendo en cuenta lo anterior, les presentamos algunas recomendaciones para la implementación y seguimiento de un enfoque, étnico, racial y de género en la formación de lxs integrantes de la Fuerza Pública: En los últimos años algunas organizaciones han registrado a través de informes las multiples violencias ejercidas por la Policía en distintos escenarios. En este sentido creemos que, como institución, se deben establecer criterios diferenciales en los procedimientos policiales relacionados con la población afrodescendiente, indígena, mujeres  y población LGBTIQ+ Los protocolos que guían el accionar policial deben de manera expresa condenar los actos de discriminación por razones de pertenencia etnico-racial, género, orientación sexual o expresión de género diversas. También, necesitan basarse en el marco jurídico nacional e internacional de protección de derechos humanos para grupos históricamente discriminados. En la actuación de la Policía, el uso de la fuerza, en los casos en los que sea estrictamente necesario, debe tener límites claros basados en la proporcionalidad, legalidad y necesidad. Esto evitará que estas acciones sean motivadas por prejuicios raciales, perfilamientos o criminalización de ciertos grupos sociales. Debe existir una formación para los policías que contemple evitar la elaboración de perfiles y discriminación por motivos de raza, etnia, origen nacional, religión, edad, género, género identidad / expresión, orientación sexual, estado migratorio, discapacidad, estado de vivienda, ocupación o fluidez del idioma. Además, debe haber un programa de formación para todos los policías en temas de diversidad cultural para que puedan generar confianza y legitimidad en diversas comunidades. Esto debe lograrse con la ayuda de grupos de defensa que representan los puntos de vista de las comunidades que han tenido tradicionalmente relaciones adversas con la aplicación de la ley. Los policías deben abrazar una cultura de transparencia y analizar si las acciones que se registran se presentan desproporcionalmente en ciertos grupos y si ciertas acciones se enfocan específicamente en mujeres, poblaciones racialmente diferenciadas, entre otras. Para lo anterior se debe publicar regularmente en el sitio web sobre detenciones, citaciones, arrestos, delitos denunciados y otras aplicaciones de la ley datos desagregados por demografía. Finalmente, el Estado debe abstenerse de prácticas que exijan a lxs policías un número predeterminado de tickets, citaciones, arrestos, citaciones o para iniciar contactos de investigación con ciudadanxs por motivos no directamente relacionados con la mejora de la seguridad pública, como generar ingresos.

Un año de impunidad: violencia policial racista durante el Paro Nacional 2021

El Estado colombiano ha ignorado las recomendaciones de la CIDH en relación con la protesta pacífica y amainado la posibilidad de construir un diálogo plural que contribuya a tejer soluciones a los problemas del país Ha pasado un año desde la primera movilización que borbotó uno de los mayores estallidos sociales en la historia reciente de Colombia. El 28 de abril de 2021, en medio de la crisis sanitaria por la pandemia del Covid-19 y agobiados por la reforma tributaria propuesta por el gobierno nacional, miles de ciudadanos salieron a las calles a exigirle al Estado la garantía de su derecho a una vida digna.  A lo largo de estos doce meses, distintas organizaciones se dieron a la tarea de recopilar y analizar datos sobre violación de derechos humanos en el marco de estas protestas. En particular, el trabajo de ILEX Acción Jurídica en colaboración con otras organizaciones se enfocó en las afectaciones sufridas por población afrodescendiente. En los dos informes publicados en 2021, se señalan las violencias sufridas por la población afrodescendiente durante el primer semestre del Paro Nacional, también se da cuenta de maltratos, desapariciones, perfilamientos raciales,  detenciones arbitrarias y casos de violencia de género de los que fueron víctimas diferencialmente las mujeres afrodescendientes.  Sin embargo, la labor de las organizaciones y la sociedad civil, en el marco de este año de protestas, supera la labor de recopilación y difusión del información, hasta convertirse en acción constante y colectiva. Hoy 28 de abril, a un año del Paro Nacional, damos cuenta de la lucha de las víctimas, los colectivos barriales, comunitarios, de las OSC por visibilizar la impunidad, la omisión de la obligación del Estado de proteger a la ciudadanía y la omisión en el cumplimiento de las recomendaciones emitidas por la CIDH luego de su visita en junio de 2021.  Las cifras reportadas sobre violaciones de derechos humanos se han actualizado de manera constante por organizaciones como Campaña Defender la Libertad, CODHES, La Comisión por la Vida, La Mesa Humanitaria y Social, el Instituto Raza e Igualdad, Temblores ONG, entre otras. En relación con población afrodescendiente, se pudo determinar que 40 (36,4%) de las 110 personas que fueron asesinadas en Cali durante los seis primeros meses del Paro Nacional pertenecían a esta población   Ante este panorama distópico, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) recomendó al Estado colombiano promover un “diálogo nacional genuino”,  “garantizar el pleno goce del derecho a la protesta” y, entre otras cosas, “reforzar y reestructurar los procesos de formación, entrenamiento y capacitación” de los miembros de la Fuerza Pública, “incluyendo un enfoque étnico-racial y de género”.  De igual forma, la CIDH sugirió a las autoridades sistematizar la información de las vulneraciones de derechos humanos tomando en cuenta la variable de la pertenencia etnico-racial y adoptar “todas las medidas razonables y positivas necesarias para prevenir, eliminar y revertir o cambiar las situaciones discriminatorias que perpetúen la estigmatización, los prejuicios, las prácticas de intolerancia y la criminalización” contra las personas históricamente discriminadas.   Teniendo en cuenta las recomendaciones emitidas por la Comisión, ILEX Acción Jurídica ha insistido en la necesidad de aterrizar los esfuerzos de este órgano en el seguimiento de las mismas y la aplicación del enfoque étnico racial en esta tarea a través de indicadores claros de cumplimiento.  ¿Cuál ha sido la respuesta del Estado? Además de estigmatizar a las víctimas de los casos de abuso policial, el Estado colombiano ha ignorado las recomendaciones de la CIDH y amainado la posibilidad de construir un diálogo plural con la sociedad civil, que contribuya a tejer soluciones para los problemas estructurales del país, los cuales se hicieron más evidentes durante el Paro Nacional.   Repitiendo los errores de sus antecesores, el Gobierno nacional se ha negado a reconocer las estructuras históricas de discriminación racial que persisten en Colombia. La promoción de una reforma policial que ayuda a perpetuar dinámicas como el uso excesivo de la fuerza y la falta de implementación de un enfoque diferencial que permita combatir estereotipos racistas, son apenas una muestra de su apatía por garantizar los derechos de todxs.  Reiteramos que la ausencia de procesos disciplinarios que sancionen la discriminación racial por parte de miembros de la  Fuerza Pública representa una falta de garantías para el derecho a la justicia de la población étnica en Colombia.  Del mismo modo, exigimos al Estado que cese todo acto de vulneración a los derechos humanos en futuras manifestaciones y elabore una reforma policial que atienda las exigencias de la sociedad civil y las recomendaciones de organizaciones internacionales. La CIDH, por ejemplo, está en mora de definir el mecanismo de seguimiento a la adopción de las recomendaciones por parte del Estado, situación que trastoca el trabajo de veeduría y pedagogía encaminado por estas organizaciones.  Los retos para las organizaciones sociales y cívicas que florecieron durante el Paro Nacional también son muchos. Lo sucedido en el marco de las manifestaciones es evidencia del tipo de relacionamiento que se da de manera cotidiana entre los agentes de la Fuerza Pública y las personas afrodescendientes en el país, en barrios de ciudades como Cali, Cartagena y Bogotá. La violencia policial racista es un fenómeno constante que debe ser atendido y eliminado por el Estado con la aplicación de una reforma policial integral y contundente, y la revisión y cambio estructural de las instituciones.