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Crisis humanitaria en el Pacífico: un panorama complejo, desafiante y doloroso

En esta región se presentan emergencias de doble y triple afectación por desplazamiento masivo, confinamiento y desastres de origen natural. Escrito por Maria Fernanda Angulo Amortegui – Abogada de ILEX Acción Jurídica El panorama actual de la región Pacífico es complejo, desafiante y doloroso. A lo largo de los últimos once meses, líderes y lideresas han denunciado la grave crisis humanitaria que afrontan las comunidades negras e indígenas de la región por causa del recrudecimiento del conflicto armado.  De acuerdo con la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios – OCHA (2002)[1], en los cinco primeros meses de este año se ha evidenciado un deterioro de la situación humanitaria en el país, siendo la región Pacífico quien concentra el 42% de la población afectada. En estos departamentos se presentan emergencias de doble y triple afectación por desplazamiento masivo, confinamiento y desastres de origen natural. (Te recomendamos leer: ABC de derechos territoriales y titulación colectiva) El Chocó se destaca como uno de los departamentos que concentra la mayor cantidad de hechos victimizantes. Según la OCHA, con corte a mayo del 2022, el aparato institucional sólo había respondido a un 38% de las necesidades humanitarias de la población confinada y a un 30% de las necesidades de las personas desplazadas forzosamente.  En este marco de vulneraciones, líderes y lideresas de comunidades negras e indígenas, la Iglesia y organizaciones de derechos humanos del departamento del Chocó han sido reiterativos en solicitar el cumplimiento de lo suscrito en el Acuerdo de Paz y en otros acuerdos pactados con el Gobierno Nacional.  En mayo de este año, la Procuraduría General de la Nación emitió la directiva 009 sobre la medidas para la atención y solución de la crisis humanitaria en el Chocó. De acuerdo con esa entidad, la presencia de los grupos al margen de la ley y las disputas de control territorial ha provocado la estigmatización, persecución  y vulneración de los derechos de los líderes y las lideresas sociales del Chocó y de las autoridades étnicas de las consejos comunitarios y de resguardos indígenas de la región. También se han registrado violaciones a los derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario.   (También puedes leer: Los retos del Estado y la sociedad colombiana en materia de garantía de derechos humanos de la población afrodescendiente) La Defensoría del Pueblo, por su parte, ha solicitado de manera urgente se impulsen e implementen medidas de prevención, seguridad y protección en favor de la población civil en situación de riesgo en los municipios de Medio San Juan e Istmina dada la consumación del escenario de riesgo Alerta Temprana No. 020 -2021[1], por confinamiento y desplazamiento forzado. El pedido desde las entidades del Ministerio Público y la Sociedad Civil se resume en pedir al Gobierno nacional, regional y local que adopten medidas para la atención y solución de la crisis humanitaria que enfrenta el departamento. Medias que han sido abordadas en las discusiones y acuerdos de los mecanismos de la implementación del Acuerdo de Paz y su Capítulo Étnico, como en la consolidación  de las iniciativas del “Acuerdo Humanitario Ya” para el departamento del Chocó.  [1] Defensoría del Pueblo. Consumación del esenario de rieso Alerta Temprana No. 020-2021. del 04/04/2022 Radicado 20220020201618321

‘Con esa cara hay que requisarla’: hablemos del racismo contra personas afro en supermercados 

Por causa de los prejuicios raciales, las personas que trabajan en tiendas o supermercados tienden a sospechar más de las personas afrodescendientes. Esta semana, la artista Cary Sol denunció haber sido víctima de un acto de discrminación racial en una tienda de la marca de ropa Bershka, en  Bogotá. La joven relató haber sido perfilada  y requisada sin motivo alguno por la vigilante del establecimiento, quien posteriormente la agredió con comentarios racistas.  La artista también denunció haber sido víctima de abuso policial por parte de los agentes que la esposaron y retuvieron injustamente tras salir de la tienda. No es  un caso fortuito. Por causa de los prejuicios raciales, las personas que trabajan en tiendas o supermercados tienden a sospechar más de las personas afrodescendientes y las persiguen injustamente con vigilancia y llamadas a la Policía, a pesar de que las estadísticas muestran que las personas que roban en tiendas provienen, por igual, de todas las razas*. De acuerdo con un estudio publicado en el Journal of Consumer Culture (2020), el 80% del total de personas afrodescendientes encuestadas en Estados Unidos afirmó haber experimentado actos de discrminación racial mientras compraba en alguna tienda.  Este sesgo “anti-afros”, además de ser un delito, impacta negativamente las experiencias de compras de las personas afrodescendientes, quienes a menudo perciben que son perfiladas según estereotipos raciales y sujetas a un mal servicio y trato inferior por su color de piel.  La investigación también señaló que hay dos estereotipos ligados a esta forma de perfilamiento racial. El primero es la asociación del crimen con la “negritud”. Las personas afrodescendientes suelen ser vistas como “ladrones potenciales” y señaladas como criminales.  El segundo es la asociación de la pobreza con la “negritud”. Se considera que las personas afrodescendientes son demasiado pobres y no cuentan con el poder adquisitivo suficiente para realizar una compra en un determinado local comercial.  También se han conocido casos de trabajadores de  supermercados, farmacias, boutiques y grandes almacenes que han establecido códigos  para alertar a los vendedores sobre el ingreso de personas afrodescendientes al establecimiento.  Continuamente,  las personas afrodescendientes están sujetas a prácticas de seguridad innecesarias como el registro de sus bolsos al salir de una tienda después de haber realizado una compra, mientras que los clientes blanco-mestizos no suelen ser  sometidos a registros similares.  Para tener en cuenta:  Actos de discriminación racial como los denunciados por Cary Sol  corresponden a conductas  delitivas sancionadas por el Código Penal colombiano con penas que varían entre los  12 y  36 meses de prisión.  Además, reiteramos a los miembros de la Policía que no pueden utilizar más fuerza de la estrictamente  necesaria para lograr la protección del orden público, ni incurrir en conductas discriminatorias o racistas en el ejercicio de sus funciones.

De pe a pa: 5 libros para entender los orígenes del racismo estructural en Colombia

Estos libros exponen los hilos entre el legado colonial y las formas estructurales de discriminación racial que deshumanizan a la población indígena y afrodescendiente en América.  Las claves de América, Manuel Zapata.  En su radiografía del mestizaje en América, Manuel Zapata Olivella cava en las profundas heridas de la historia de la población afrodescendiente en este continente. En el ensayo, el autor viaja por los mundos de las culturas a las que pertenecían las personas africanas que fueron esclavizadas y posteriormente sometidas a la mayor empresa de aculturación de la historia.  Zapata Olivella desenreda los hilos de un sistema capitalista industrial europeo y de comercio mundial que nació a partir de la trata esclavizante y el sometimiento a indígenas y mestizos americanos. Además, expone cómo ese legado colonial es el principal responsable de las formas estructurales de discriminación racial que deshumanizan a la población indígena y afrodescendiente en América.  Link de descarga. Ensayos escogidos de Rogerio Velásquez Los ensayos escritos por el chocoano Rogerio Velásquez,  uno de los pioneros en los estudios afroamericanistas en Colombia, son un material fundamental para entender los procesos de formación de la nación colombiana y las flagrantes injusticias en las que ella se funda.  En sus textos sobre historia, etnografía, y literatura y narración oral,  Velasquez describe al territorio chocoano y a sus masas de afrodescendientes aislados y abandonados a su suerte por un Estado que ha condenado a esta población a la exclusión de los beneficios del desarrollo económico. Los ensayos también son una ventana a las expresiones culturales de las comunidades afrocolombianas.  Link de descarga. Antología de mujeres poetas afrocolombianas La Antología de Mujeres Poetas Afrocolombianas reúne la obra de 58 autoras de todo el país y ha sido catalogada como la recopilación más “amplia y completa” de poetas afrocolombianas nacidas entre 1940 y 1980. Las autoras que hacen parte de la antología marcaron el nacimiento de un movimiento literario feminista que dialoga simultáneamente con las intersecciones identitarias del racismo, el cisheteropatriarcado y el capitalismo. En sus composiciones, la memoria de la diáspora y el cuerpo son el lugar de producción de su poesía porque en ellos se entrelazan,  irremediablemente, las estructuras de opresión etnica y sexo-genericas de nuestro mundo occidental.   De igual forma, además de seguir el camino empedrado de los “autoras-pueblo” que desafían el silenciamiento de los grupos étnicos históricamente subordinados, las poetas presentan en sus obras un discurso que construye y asume una identidad de mujer afrocolombiana, y que ayuda a fortalecer las ideas de identidad al transformar la memoria colectiva de sus comunidades en literatura. Link de descarga. Negro ni mi caballo, historia del racismo en Colombia Sergio Antonio Mosquera explica cómo el racismo ha pretendido naturalizar una desigualdad social como categoría congénita y biológica, para justificar un orden de dominación y explotación. De acuerdo con el autor, este racismo le confiere a la gente afrodescendiente unas representaciones que abarcan desde aspectos físicos, morales, psíquicos e intelectuales, con el objetivo de asignarles un lugar inferior en la jerarquía racial que permitiera la explotación, la dominación y la la segregación.  Fronteras imaginadas  Alfonso Múnera ofrece en sus siete ensayos un conjunto sistemático de conocimientos y reflexiones sobre cómo un grupo de intelectuales construyó en la república del siglo XIX un pensamiento dominante sobre la nación colombiana, de profundas connotaciones racistas, que convirtió a negros e indígenas en seres inferiores y a las costas caribe y pacífico en territorios marginales y negados para el progreso.

​​¿Marica quién? Marica tú. Marica yo. Marica, ¡jaja!

Por: Dayana Blanco Acendra – Directora general de ILEX Acción Jurídica. Esta canción y la lucha por la resignificación del lenguaje nos recuerdan que en este campo también hemos librado una batalla histórica, constante que sigue viva.  En 2008, el dúo Los Morancos, lanzó su éxito “Marica tu”. Un hit en Latinoamérica, obviamente. Esta canción es una pretendida parodia del tema “Dragostea Din Tei”, cuya letra y video logran una accidentada y perfecta mezcla entre la burla constante de esta sociedad homófoba, sexista y misógina, y nuestro deseo de una vida digna y libre. Las personas con orientaciones sexuales y de género diversas, vemos pasar nuestra niñez, adolescencia y vida adulta entre el sonsonete del “fiesta, fiesta pluma, pluma gay” y la lucha constante por nuestros derechos, en las calles, la guerra, la academia, el trabajo y hasta en nuestras familias. Yo también bailé esa canción en mi adolescencia e hice coreografías con mi amigos homófobos. Cobarde me llamarán ustedes, superviviente me nombraré porque acá estoy echando el cuento. El duo Los Morancos usó la palabra “Marica” para darle fuerza a su parodia, porque como tal, debían imprimirle ese tono burlesco a la letra del tema que se convertiría en hit. No nos duele, ya nos dolió suficiente. Esta canción y la lucha por la resignificación del lenguaje nos recuerdan que en este campo también hemos librado una batalla histórica, constante que sigue viva.  Parte de esa lucha ha implicado que nos nombremos, que nos reconozcamos como areperas, machorras, travestis, queer, maricas y que nos apropiemos de los términos con los que históricamente nos han violentado para quitarles poder sobre nosotras/os/es. “Tortillera”, “mariana men”, “cagá”, “paloma cojo”, “bajito e sal”, “Sapatão” en Brasil entre otros, son algunos nombres con los que nos han llamado intentando burlarse pero acá seguimos orgullosas y mariquísimas. Mariquísima es una palabra esdrújula que bien podría servir de ejemplo en las clases de gramática de las escuelas pero el país apenas se prepara para esa discusión. Con bastante razón, colectivas y movimientos barriales y comunitarios de personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas vienen acercándose a los términos que han marcado su existencia desde sus contextos empobrecidos y quieren resignificar y apropiar para darle su propio sentido: marica, machorra, arepera, travesti. Le están quitando poder a la violencia de la palabra sin contexto y se están alejando de la sigla LGBT, que si bien ha jugado un papel importante en la lucha de esta población ha sido tomada de experiencias del norte global que no retratan con precisión las experiencias de partes del mundo donde habita la marica empobrecida. En estos momentos de cambios y convulsiones quienes pretenden, así sea en un ataque de corrección política, estar a la altura del tiempo que les obliga, quizás se incomoden por la cantidad de letras que tiene la sigla LGBTQIA+, o se pregunten cómo nos deben llamar, o se cuestionen por el desparpajo de nuestra enunciación, pero verán, la palabra nos nombra y confirma que existimos. Ahora, la palabra debe atender a la realidad de nuestra existencia. Como la cultura, el lenguaje debe transformarse con nosotras/os/es. La palabra describe a la sociedad y su tiempo. ¿Cómo deben llamarnos? Como nosotras/os/es les decimos que nos nombren, con el nombre que nosotras/os/es nos hemos dado. Y esto no aplica solo para nuestra orientación sexual, también para nuestra identidad de género. Si la persona que está a tu lado te dice que se llama Juan y sin cuestionarlo le llamas Juan, ¿por qué si Juan te dice que su pronombre es “elle”  buscas explicaciones? Su nombre es Juan y su pronombre es elle, sencillo, no te compliques. Si Juan te dice que además de que su pronombre es ella, se considera una marica, no te compliques: es Juan, su pronombre es elle y es una marica. No cuestiones a Juan, ni sus decisiones, ni la manera en la que decidió habitar el mundo, ese no es tu problema y tampoco tienes derecho a cuestionarlo. La batalla por la resignificación y la apropiación del lenguaje abarca la orientación sexual y él género no ha sido fácil en esta sociedad.  Sobre la importancia de los pronombres, de no asumir el género de la otra persona, habrá que escribir otro texto. Por lo pronto diré que si nos despojamos de la equivocada idea de creer que tenemos derecho a nombrar a la otra persona en su orientación sexual y su género o a opinar sobre ello, seremos más felices. Y si no sabe pregunte. Si usted ve a Juan y no sabe si es hombre o mujer, en la forma en la que esta sociedad le ha enseñado, pregúntele a Juan con qué pronombres se identifica, si no, simplemente llámele Juan y no asuma que es “él” o “ella”. Tampoco siga usando despectivamente la palabra “marica”, hay una legión de maricas construyendo esta nación, gente que merece respeto y que está dispuesta a exigirlo.

De la resistencia a la esperanza: Francia Marquez, la primera mujer afro vicepresidenta de Colombia 

La llegada de la abogada y lideresa caucana a la vicepresidencia de Colombia representa un hito histórico en la lucha por la garantía de los derechos políticos de la población afrodescendiente. Francia Elena Márquez Mina, la primera mujer afrodescendiente electa como Vicepresidenta de Colombia, nació el 1 de diciembre de 1981 en la vereda Yolombó, del municipio de Suárez (Cauca).  Fue allí, en compañía de su comunidad, donde floreció el Ubuntu de su lucha incansable por la defensa del territorio y el cuidado de la naturaleza, dos  banderas que impulsaron su carrera política y sembraron  su camino hacía el segundo cargo más importante del país.  Su activismo e incidencia social, política y comunitaria ha estado marcado por la defensa del territorio, de  la “Casa Grande”, como espacio de vida. Además, ha luchado por el reconocimiento de los derechos inalienables de los pueblos étnicos, afrodescendientes, raizales, palenqueros e indígenas del país. “A los colombianos y colombianas que dieron la vida por este momento. Todos nuestros hermanos y hermanas líderes sociales que tristemente fueron asesinados en este país. A la juventud que ha sido asesinada y desaparecida. A las mujeres violentadas y desaparecidas. Este es un momento histórico para Colombia. Gracias por haber hecho el camino y haber sembrado las semillas de las resistencia y de la esperanza”, dijo Francia Márquez en su discurso victorioso del pasado domingo.  Y agregó: “Hemos avanzado en un paso muy importante. Después de 214 años, logramos un gobierno del pueblo, un gobierno popular, el gobierno de la gente de las manos callosas, el gobierno de la gente de a pie, el gobierno de los y las nadie de Colombia”.  La llegada de la abogada y lideresa caucana a la vicepresidencia de Colombia representa un hito histórico en la lucha por la garantía de los derechos políticos de la población afrodescendiente porque, como asegura la activista Angela Davis, “cuando mujeres negras como Francia Márquez avanzan, el mundo avanza con ellas. Como mujeres negras siempre hemos luchado por el resto de las personas”.  Francia Márquez, galardonada con el Premio Goldman  (2018), representa las luchas de miles de “nadies” que siguen reclamando al Estado la protección y garantía de su derecho a “vivir sabroso”, a una vida digna.  Su experiencia de vida da cuenta de la resistencia, ancestralidad y sabiduría de la población afronortecaucana que continúa trabajando incesablemente por la defensa del territorio, el medio ambiente y los derechos humanos para que las próximas generaciones tengan mejores condiciones de vida. “Vamos hermanos y hermanas a reconciliar esta nación, vamos por la paz sin miedo, vamos por la dignidad, por la justicia, vamos las mujeres a erradicar el patriarcado de nuestro país, vamos por los derechos de nuestra comunidad diversa LGBTIQ+, vamos por los derechos de nuestra madre tierra, de nuestras casa grande, vamos juntos a erradicar el racismo”, exclamó en su discurso la vicepresidenta electa. 

La historia poco contada de las personas afro LGBTQIA+ víctimas del conflicto armado en Colombia

La violencia por prejuicios ha sido perpetrada por todos los actores armados del conflicto en Colombia como un mecanismo de discriminación y control social y territorial. “Cuando uno se autorreconoce como marica vive bajo amenaza”, sentencía el líder social de los Montes de María, Omar Meza, con la sapiencia de quien ha sobrevivido a los embates de un conflicto armado que ha marcado diferencialmente los cuerpos y las biografías de las personas afrodescendientes LGBTQIA+ en Colombia.  El relato de Omar es enervante, símbolo de una herida abierta que apenas comienza a ser paliada por un Estado que invisibilizó su dolor y le negó la posibilidad de ser reconocido como víctima de una guerra sin nombre, que acudió a la feminización  física, verbal y psicológica del  contrincante como estrategia de combate, dinámica que afectó principalmente los cuerpos de las personas afros o indígenas.  “En un territorio machista, ser reconocidos como maricas generaba señalamiento, discriminación, golpes y violaciones. Te detienen, y para poder tener la libertad tienes que tener sexo oral o de penetración con la persona que te detiene o vivir las amenazas por parte de desconocidos simplemente por hacer las acciones positivas y visibilizar a tu población”, declaró el líder social en un Espacio de Escucha de la Comisión de la Verdad.  Pero los dardos envenenados no solo llegaron desde el flanco de las guerrillas. Omar cuenta que fue violentado por miembros de la Fuerza Pública en El Carmen de Bolívar y que sus denuncia sobre estos hechos fue desestimada por la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV): “Yo creo que eso marca mucho la vida de cada uno, que la gente que ‘fue creada para proteger al ciudadano’’ sea uno de los que directamente violan al ciudadano”, concluye.  La violencia por prejuicios ha sido perpetrada por todos los actores armados del conflicto en Colombia como un mecanismo de discriminación y control social y territorial.  De acuerdo con la Plataforma LGBTQIA+ para la Paz, los ataques contras las personas con orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género diversas han estado enmarcados en estrategias sistemáticas para establecer órdenes sociales y morales estrictos, con las cuales los grupos legitiman su poder y  mantienen una dominación sobre la población civil fundada en el miedo. Las cifras de la UARIV sustentan esta teoría.  Entre 1985 y el 2022,  por lo menos 1.140 personas afrodescendientes, pertenecientes a la comunidad LGBTQIA+, han sido violentadas en el marco del conflicto armado. De ese total, el 57,8 % corresponden a casos de desplazamiento forzado y 13,25 % a delitos contra la libertad y la integridad sexual.  (Le recomendamos leer: Con Orgullo y luchando por nuestra ciudadanía) Aunque estos datos están minados por un subregistro que, como ya evidenciamos, en muchos  casos se anuda a los prejuicios de lxs funcionarixs responsables de registrar estas denuncias, las cifras nos permiten vislumbrar un patrón diferencial de violencia y prejuicios que ha perseguido  y sometido, con fines estratégicos, a las personas afro LGBTQIA+ en el país.  Las lucha incansable de  Omar Meza y de otres líderes y organizaciones defensoras de los derechos de esta comunidad deben ser abrazadas y celebradas durante el mes del Orgullo LGBTQIA+ porque es gracias a ellxs, a su batalla descomunal por la construcción de una nación que reconozca  las cicatrices del conflicto armado en los cuerpos de las personas con identidades y expresiones de género diversas, que hoy podemos inundar de escarcha las calles de ciudades y ondear nuestras banderas con valentía.  Que junio sea una oportunidad para celebrar nuestra “(re)existencia” e inundar el mundo con los colores de la diversidad, porque, como afirma Omar, aunque “la vida nos ha golpeado mucho,  ya es hora de salir adelante”. 

¿Cómo incluir el enfoque étnico y de género en la actuación de la Policía?

Las personas afrodescendientes, indígenas, las mujeres y la comunidad LGBTIQ+ merecen ser tratadxs como sujetxs de derechos por parte de la Policía, institución que debe evitar, a toda costa, cualquier acto de discriminación. A pesar de que actualmente la Policía imparte a sus integrantes varios programas de formación con un enfoque diferencial, étnico racial y de género, desde ILEX Acción Jurídica hacemos un llamado para que estos protocolos sean mantenidos y se exija el cumplimiento y seguimiento de su aplicación por parte de la Fuerza Pública. Teniendo en cuenta lo anterior, les presentamos algunas recomendaciones para la implementación y seguimiento de un enfoque, étnico, racial y de género en la formación de lxs integrantes de la Fuerza Pública: En los últimos años algunas organizaciones han registrado a través de informes las multiples violencias ejercidas por la Policía en distintos escenarios. En este sentido creemos que, como institución, se deben establecer criterios diferenciales en los procedimientos policiales relacionados con la población afrodescendiente, indígena, mujeres  y población LGBTIQ+ Los protocolos que guían el accionar policial deben de manera expresa condenar los actos de discriminación por razones de pertenencia etnico-racial, género, orientación sexual o expresión de género diversas. También, necesitan basarse en el marco jurídico nacional e internacional de protección de derechos humanos para grupos históricamente discriminados. En la actuación de la Policía, el uso de la fuerza, en los casos en los que sea estrictamente necesario, debe tener límites claros basados en la proporcionalidad, legalidad y necesidad. Esto evitará que estas acciones sean motivadas por prejuicios raciales, perfilamientos o criminalización de ciertos grupos sociales. Debe existir una formación para los policías que contemple evitar la elaboración de perfiles y discriminación por motivos de raza, etnia, origen nacional, religión, edad, género, género identidad / expresión, orientación sexual, estado migratorio, discapacidad, estado de vivienda, ocupación o fluidez del idioma. Además, debe haber un programa de formación para todos los policías en temas de diversidad cultural para que puedan generar confianza y legitimidad en diversas comunidades. Esto debe lograrse con la ayuda de grupos de defensa que representan los puntos de vista de las comunidades que han tenido tradicionalmente relaciones adversas con la aplicación de la ley. Los policías deben abrazar una cultura de transparencia y analizar si las acciones que se registran se presentan desproporcionalmente en ciertos grupos y si ciertas acciones se enfocan específicamente en mujeres, poblaciones racialmente diferenciadas, entre otras. Para lo anterior se debe publicar regularmente en el sitio web sobre detenciones, citaciones, arrestos, delitos denunciados y otras aplicaciones de la ley datos desagregados por demografía. Finalmente, el Estado debe abstenerse de prácticas que exijan a lxs policías un número predeterminado de tickets, citaciones, arrestos, citaciones o para iniciar contactos de investigación con ciudadanxs por motivos no directamente relacionados con la mejora de la seguridad pública, como generar ingresos.

Discriminación laboral.

¿Qué hacer si es víctima de discriminación racial en un proceso de contratación laboral?

En ILEX Acción Jurídica le mostramos algunas claves que le pueden ayudar a identificar estas agresiones durante una entrevista de trabajo. Los casos de discriminación racial durante procesos de contratación laboral no son atípicos en Colombia. Constantemente se conocen nuevas denuncias de personas afrodescendientes que aseguran haber sido excluidas de oportunidades de empleo por su etnia, color piel o apariencia física.  A mediados de marzo de este año, el cantante y actor cartagenero, Víctor Padilla Amador, denunció haber sido víctima de racismo en medio de una entrevista laboral en el Hotel Cartagena Plaza.  El joven de 23 años relató que la gerente de recursos humanos del hotel le dijo que tenía que cortarse su cabello afro porque, según ella, no cumplía con los protocolos de la compañía. Víctor le dijo a El Universal que la entrevistadora le advirtió que si no cumplía con este “requisito” no podía ser contratado porque no podía “estar cerca de los huéspedes así, de esa manera”, con su cabello largo.  Tras interponer una acción de tutela contra el establecimiento por el acto de discriminación racial del que fue víctima, el pasado 21 de abril el Juzgado Tercero de Familia del Circuito de Cartagena ordenó al Hotel Cartagena Plaza ofrecer disculpas a Víctor por violar el derecho fundamental a la igualdad de personas afrodescendientes, al trabajo y a la no discriminación racial en el entorno laboral.  En ILEX Acción Jurídica le mostramos algunas claves que le pueden ayudar a identificar estas agresiones durante una entrevista de trabajo y le explicamos las acciones que puede emprender en caso de ser víctima de discriminación racial durante un proceso de contratación laboral. ¿Cómo se evidencia la discriminación racial durante una entrevista de trabajo? La discriminación en la búsqueda de empleo ocurre cuando la persona encargada de la contratación o la empresa permiten que sus prejuicios u opiniones se interpongan en el camino de dar a todos los candidatos una entrevista justa y una oportunidad de empleo.  De acuerdo con un estudio del Observatorio de Discriminación Racial (2013) realizado en Bogotá, los aspirantes afrodescendientes reciben menos llamadas a entrevistas de empleo, por mecanismos implícitos o explícitos de discriminación. La primera señal de discriminación está ligada a la propuesta salarial. Si le ofrecen el trabajo con un salario que es inusualmente bajo para el puesto, la persona encargada de la entrevista puede estar usando esa técnica para desalentar su intención de aceptar el trabajo. En cualquier caso, es importante verificar si otras personas en la misma empresa fueron contratadas para puestos similares con calificaciones parecidas y salarios más altos, pues se estaría incurriendo en un caso de discriminación laboral.  De igual forma, aunque quien se encarga de la entrevista puede informar sobre el código de vestimenta de la empresa, estos parámetros deben aplicarse de manera uniforme a todos los empleados y no estar sujetos a prejuicios raciales o normas que atenten contra el derecho al libre desarrollo de la personalidad.  También se han registrado casos en los que se denuncian que las personas reclutadoras califican las pruebas de los aspirantes al cargo influenciadas por sus prejuicios raciales o realizan comentarios sobre su apariencia física, etnia o origen que vulneran su derecho a la igualdad y a la intimidad.  Tenga en cuenta que la discriminación laboral también puede aparecer después de haber sido contratadx. Es común que las personas afrodescendientes no sean tomadas en cuenta para oportunidades de ascenso o despedidas debido a características personales que no interfieren con su capacidad para hacer su trabajo.  ¿Qué hacer si cree que el prejuicio racial le impidió ser contratadx? Primero, es importante tomar notas de preguntas y comentarios racistas y asegurarse de obtener el nombre, el cargo y el departamento de la persona que lo entrevistó. Cuanta más evidencia registrada tenga de lo que sucedió exactamente, mejor. Es importante que establezca contacto con la persona encargada de supervisar a quien le realizó la entrevista laboral. Coméntale por qué fue objeto de discriminación y señale las preguntas o comentarios con los que la persona reclutadora violó su derecho a la igualdad. Si la persona que supervisa no hace un seguimiento o no toma en serio su queja, usted puede llevar el caso  ante las autoridades competentes. Por un lado, puede denunciar el hecho ante el Observatorio contra la Discriminación y el Racismo del Ministerio del Interior. El proceso se puede realizar de forma virtual y, aunque puede demorar un poco más de tiempo, usted contará con el acompañamiento respectivo de la entidad. Otra opción es establecer una denuncia ante la Fiscalía, esta puede interponerse directamente en la Casa de Justicia. El proceso se lleva a cabo manera presencial. También puede exponer la denuncia ante el cuadrante de Policía más cercano.  En caso de que las conductas racistas hayan sido realizadas por un servidor público, usted puede reportar el caso ante la Procuraduría General de la Nación, la Defensoría del Pueblo y/o la personería.  Por último, siguiendo los patrones de los pronunciamientos de la Corte Constitucional, y una vez agotadas las alternativas anteriores, usted puede interponer una acción de tutela contra la empresa que vulneró sus derechos.  Si bien la tutela es un medio subsidiario, resulta la vía pertinente en los casos en que otros medios disponibles sean poco eficaces y se encuentren en  riesgo derechos fundamentales. Este mecanismo permite  actuar de manera inmediata o en un término de tiempo razonable. Recuerde que la acción de tutela aplica en estos casos porque se está ante una situación de desprotección de sujetos de especial protección constitucional por la pertenencia étnico-racial, como lo es la población afrodescendiente. Tenga en cuenta que el Artículo 134 A del Código Penal colombiano establece que quien “arbitrariamente impida, obstruya o restrinja el pleno ejercicio de los derechos de las personas por razón de su raza, nacionalidad, sexo u orientación sexual, incurrirá en prisión de doce (12) a treinta y seis (36) meses y multa de diez (10) a quince (15) salarios mínimos legales mensuales vigentes”. El Ministerio del Trabajo, por su parte, …

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El Blackface es un insulto: paren de asumir la afrocolombianidad como un disfraz

El Blackface no es un halago, ni un homenaje, ni una forma de entretenimiento. En medio de las conmemoraciones por el Día de la Afrocolombianidad, varios colegios del país decidieron pintar la cara de negro y  “disfrazar como afros” a sus estudiantes.  En una sociedad que supuestamente valora la inclusión racial, el Blackface (pintarse la cara de negro) crea en lxs niñxs una falsa sensación de diversidad y perpetua imaginarios basados en caricaturas racistas y deshumanizantes sobre la población afro.  Desde sus orígenes, el Blackface se ha usado para crear representaciones burlonas y exageradas que refuerzan la idea de que las personas afros son inferiores a las racializadas como blancas.  Durante el siglo XIX, muchos actores blancos estadounidenses comenzaron a  pintarse la cara de negro para representar a esclavizadxs en el escenario. Estos espectáculos, ampliamente popularizados, eran productores de estereotipos dañinos y deshumanizantes contra la población afro.  “El Blackface es parte de una historia de deshumanización, de ciudadanía negada y de esfuerzos para excusar y justificar la violencia estatal. Desde linchamientos hasta encarcelamientos masivos, los blancos han utilizado el Blackface (y la deshumanización resultante) como parte de su justificación moral y legal de la violencia”, dice David Leonard, profesor de la Escuela de cultura, género y raza del Washington State University.  El Blackface no solo representa estereotipos raciales violentos y ofensivos, sino que es un acto de dominación cometido por un grupo de personas que continúa ejerciendo un poder y un privilegio desproporcionado sobre otros grupos racializados.   El Blackface no es un halago, ni un homenaje, ni una forma de entretenimiento. Estas caricaturas producen y perpetúan estereotipos que sustentan el racismo, la violencia individual y estatal, y otras injusticias contra la población afro. 

Mapeando la herencia africana: de la esclavitud a las estrategias culturales de resistencia

Las conmemoraciones por el Día de la Afrocolombianidad son una oportunidad para reconocer el aporte histórico y cultural de la población afrocolombiana  al proyecto de nación.  “Yo vengo de una raza que tiene / una historia pa´contá / que rompiendo sus cadenas / alcanzó la libertá”, advierte la poeta afrocolombiana Mary Grueso en las líneas intermedias de un poema colosal. En “Negra Soy”, la autora rechaza los eufemismos y pide que la llamen “negra” porque está orgullosa de sus ancestros africanos que “a sangre y fuego” abolieron el yugo esclavista “que por siglos nos aplastó”. En cada verso, la guapireña eleva su grito de resistencia antirracista para denunciar los oprobios que afectan desde hace siglos a una población afrocolombiana que aunque se liberó de la esclavitud hace más de 171 años, aún sigue siendo deshumanizada por un Estado que la invisibiliza y deslegitima su importancia en la construcción del proyecto de nación.  Navegar hacia los holocenos de la herencia africana en Colombia implica indagar más allá del 21 de mayo de 1951, fecha en la que el presidente José Hilario López  -acorralado por los movimientos afros y la lucha abolicionista-, puso fin a los más de cuatro siglos de la barbarie de la esclavitud en el país. Hasta ese entonces, por el puerto negrero de Cartagena habían pasado “legalmente” más de 270.000 personas africanas que fueron secuestradas, convertidas en cuerpos moneda y explotadas hasta la muerte en las metrópolis, los corredores auríferos del Pacífico y las grandes plantaciones que florecían a lo largo y ancho del continente.  Tras ser cazadas, cosificadas, envenenadas y calcificadas por los colonizadores, las personas esclavizados fueron despojadas de su nombre, lengua e identidades mandingo, yolofo, biafara, zape, brane angola, congo, monicongo, anzico, ewé-fon (guacamayos), fanti-ashanti, akán (minas) e ibo (carabalíes).  La historia de sus civilizaciones continentales que florecieron aisladas en la selva y a orillas de los grandes ríos (Senegal, Congo, Zambeze, Nilo y Níger), como los reinos de Axum, Ghana, Malí y Songay, o los imperios de Kanem – Bornu, Ruanda-Urundi y Congo Kivu fue borrada de sus cuerpos con “agua bendita”.  “La Iglesia intentaba imprimirles un alma,  “estirpar abominables males y creencias en el diablo”, mientras que por parte de los dueños intentaban asegurar la identificación de la propiedad, a través de la marca, ante las posibilidades de ‘extravío’ o fuga, para acudir a su recuperación”, explica el historiador Mario Romero en su estudio sobre la conformación de la familia afrocolombiana.  “La Iglesia intentaba imprimirles un alma,  “estirpar abominables males y creencias en el diablo”, mientras que por parte de los dueños intentaban asegurar la identificación de la propiedad, a través de la marca, ante las posibilidades de ‘extravío’ o fuga, para acudir a su recuperación” Para resistir durante siglos al terror de la mayor empresa de aculturación de la historia, la población afro, reducida a la extrema desnudez durante la esclavitud, construyó en América una célula cultural que nació del mestizaje de las tradiciones y saberes de los pueblos africanos, los pueblos indígenas y las dinámicas sociales impuestas por los colonizadores europeos.  En el abanico de estrategias de supervivencia cultural se destacan rituales y festividades ancladas a sus cosmogonías africanas, composiciones de literatura oral,  prácticas medicinales y curativas, y ritmos y danzas festivas (cumbia, mapalé, currulao) en las que los cuerpos “zapatean y coquetean” al son de tambores, gaitas, cununos y marimbas.  En este contexto, las conmemoraciones en el marco del mes de la Herencia Africana y el Día de la Afrocolombianidad representan una oportunidad para reconocer el aporte histórico y cultural de esta población al proyecto de nación. La fecha también se ha consolidado como una ocasión para promover debates y acciones estructurales que ayuden a combatir el racismo, la inequidad y otras problemáticas que laceran la cotidianidad de las personas afrocolombianas.  Negra Soy¿Por que me dicen morena?si moreno no es coloryo tengo una raza que es negra,y negra me hizo Dios. Y otros arreglan el cuentodiciéndome de colordizque pa` endulzarme la cosay que no me ofenda yo. Yo tengo una raza puray de ella orgullosa estoyde mis ancestros africanosy del sonar del tambó. Yo vengo de una raza que tieneuna historia pa´contáque rompiendo sus cadenasalcanzó la libertá. A sangre y fuego rompieron,las cadenas de opresióny ese yugo esclavistaque por siglos nos aplastó. La sangre en mi cuerpose empieza a desbocáse me sube a la cabezay comienzo a protestá yo soy negra como la noche,como el carbón mineral,como las entrañas de la tierray como el oscuro pedernal. Así que no disimulenllamándome de colordiciéndome morenaporque negra es que soy yo. (Mary Grueso Romero. Negra Soy. 2019: 20)