Editorial: Con la bota en el cuello ¿Cómo descansa uno?

Por: Dayana Blanco Acendra, directora general de ILEX Estos primeros días de enero me han llevado a cuestionar si realmente logré descansar durante las vacaciones. Mientras escribo sobre esta reflexión desde la perspectiva  de una defensora de derechos humanos, debo confesar que la sensación de descanso no ha sido tan evidente como pensaba. Como solemos decir quienes rondamos los treintas, “dormí pero no descansé”. Y esta falta de descanso, o mejor dicho, mi resistencia a entregarme plenamente a él, creo que está intrínsecamente ligada a mi ocupación. Voy a compartir con ustedes el paso a paso de mi experiencia, para que juntos reflexionemos sobre la compleja relación entre el descanso y la incansable labor de defender derechos humanos. Porque, como descubrí, a veces el verdadero desafío está en encontrar la paz en medio tanta injusticia. PRIMER PASO: ¿Quién soy? ¿A qué me dedico? y la culpa por descansar Soy Dayana Blanco Acendra, mi pronombre es ella y dirijo una organización que se dedica a la lucha contra la discriminación racial y la defensa de derechos de las personas afrodescendientes en Colombia. Siendo el racismo mi peor enemigo, si el racismo no descansa, ¿Por qué y cómo podría hacerlo yo? Siendo la defensa de derechos humanos una de las principales actividades a las que dedico mi tiempo, viviendo en este país y sufriendo la agitación de estos tiempos, ¿cómo podría encontrar descanso? La conciencia de los afanes del mundo,  las injusticias sociales y las necesidades de las personas con las que trabajo y mías, porque mi trabajo es mi lucha personal, son factores que complejizan mi relación con el descanso pues mi cuerpo y espíritu se mantienen en constante alerta y una pregunta me aborda cuando tengo la posibilidad de descansar: ¿Puedo descansar si otres están sufriendo? En esa pregunta del “¿puedo?”, se atraviesa la cuestión moral de si está bien o mal hacerlo en relación con la situación de otres.  Siendo la defensa de derechos humanos una de las principales actividades a las que dedico mi tiempo, viviendo en este país y sufriendo la agitación de estos tiempos, ¿cómo podría encontrar descanso? Para responder esta pregunta, entonces entro en la proyección de las imágenes del mundo actual: i. Gaza y el genocidio del pueblo Palestino a manos de Israel.  No solo lo digo yo, ya lo dijo Sudáfrica que en un acto de dignidad y humanidad denunció a Israel ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), por violación a la Convención sobre el Genocidio. ii. El asesinato de Michell Dayana y la situación de las niñas negras en Colombia. Michell no es un caso aislado sino una constante en la vida de la niñez afrodescendiente, casi invisible para la sociedad colombiana, iii. Las denuncias de discriminación racial y requerimientos de líderes sociales que llegan a los canales de ILEX para atención legal de emergencia, iv.  Un factor material directo que se atraviesa en mi descanso: las tareas técnicas y administrativas de final de año y la avalancha de correos que quieren resolverlo todo a último momento, y por último, mientras nos preparábamos para sacar esta editorial el pasado domingo, ver cómo se perdían vidas en la carretera Medellín -Quibdó. Esas vidas que no le importan a nadie y que están condenadas a perderse de maneras absurdas. ¿Quién puede descansar? ¿Y cómo lidiar con la culpa si lo hago? SEGUNDO PASO: Convencerme de que necesito descansar y entrar en la aceptación Quienes hayan llegado hasta acá en la lectura, seguro estarán pensando que además de ser muy consciente de las desigualdades del mundo y sufrir por ello tengo otros problemas en el relacionamiento con mi trabajo que debo tratar en terapia, y sí. Cuando hablo con algunes colegas que se dedican también a la defensa de los derechos humanos, llegamos a la conclusión de que tenemos muchos problemas para desconectarnos y para decir que no. Valdría la pena reflexionar un poco más sobre el activismo y la desconexión laboral, reconociendo el activismo como trabajo. O sobre el desafío del autocuidado en el activismo. Lo que me ha funcionado de manera muy efectiva es pensar en mi equipo. Para llegar a la conclusión de que necesito descansar y efectivamente hacerlo, parto de la certeza de que mi equipo necesita descanso y en tanto yo me mantenga activa, ninguno de ellos lo hará. Entonces todes descansamos.  Otra herramienta muy útil es pensar en mi cuerpo. Creo firmemente que mi cuerpo me agradece el descanso, eso sí, debo primero evitar la culpa por hacer nada. Esa es otra forma de la culpa distinta a la de descansar siendo activista. Hecho esto, acepto el descanso y aprovecho para hacer ejercicio, leer, caminar y mi actividad favorita del mundo mundial: Ver lejos. Dícese del acto de escoger un punto en el vacío y observarlo por un tiempo indeterminado.  TERCER PASO: Aceptar que voy a descansar y mantenerlo El 6 de enero acepté el descanso y como Alexis Play me dije “Yo solo quiero una playa para irme a descansar, donde no entre ni señal del celular”, entonces me fui al mar dos largos días y metí los pies en el agua  para recordar lo dicho por el artista: “Déjenme coger mi carretera destapa’Sí, porque parece que así se van a quedarPa’ coge’ el camino que me va a llevarA donde está el río que me va a limpiarDe tanta vaina, de tanta mala energíaCon la que han mirado a la tierra míaY antes de que esto me vaya a enloquecerVoy cogiendo camino (…)” Lastimosamente, después de lo ocurrido el pasado viernes en la carretera, esta canción cobra una dolorosa vigencia de racismo y muerte. Una carretera destapá es lo que nos dejan hasta para descansar. Esa delgada línea que separa el descanso y la muerte en regiones del país como el pacífico colombiano.  Mientras estaba en el mar pensé en leer pero no llevé libros porque el que estoy leyendo ahora se llama “Laberintos de prohibición y regulación, los grises de la mariguana en Colombia” …

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